Creo que nos han dado un capricho, el capricho de vivir, de saborear nuestra vida, nuestra historia, emociones, días, horas, minutos e incluso segundos, de ser libres, de vivir sin ataduras, de dejar que la brisa endulce nuestra alma.
La vida es tan bella como un eterno atardecer.

viernes, 23 de marzo de 2012

Nuestro capitán Smith

El capitán Smith era casi perfecto y su defecto era ese mismo, porque el casi le había hecho perder a las mujeres que más quería. La primera, su mujer, a la que supo recuperar y casarse con ella. La segunda, la tercera y la cuarta son sus hijas, viviendo con su madre, tras el divorcio de ambos. La quinta, su propia madre, prefería a las nietas. Esas eran las importantes, porque si contamos las ex-novias consigue doble titulación, y es que no era un experto con las mujeres, pero tampoco hace falta serlo, ellas esperaron, él dejó el tiempo pasar, ellas se fueron y él las dejó marchar, es más, ni siquiera las pidió que volviesen. Puede que sea capitán y que este tratando de demostrar dureza, pero si entregara a su mujer los cientos de cartas que escribió desde que se divoció ella hasta ahora, cada día; si entregara a sus hijas las cajas, con sus fotos, sus dibujos y el peluche de cuando eran pequeñas; si mostrase a su madre la medalla que esta le regaló su primer día en el ejército, esa que lleva colgada al cuello y que jamás se ha quitado; si las enseñara la foto que lleva en el bolsillo del pecho en la batalla; si se lo enseñara, no es un quizás, es un estarían a su lado, porque sí, no es un experto en mujeres, pero antes que capitán es padre, hijo y por supuesto marido, lo único que hizo fue llevarse el trabajo a casa.

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