Creo que nos han dado un capricho, el capricho de vivir, de saborear nuestra vida, nuestra historia, emociones, días, horas, minutos e incluso segundos, de ser libres, de vivir sin ataduras, de dejar que la brisa endulce nuestra alma.
La vida es tan bella como un eterno atardecer.

sábado, 31 de marzo de 2012

"Lárgate"

No estaban enfadados, puede que no se hablaran, pero no, jamás podrían enfadarse, ellos no. Ninguno de los dos sabía como actuar, no en esa situación. Coincidieron en uno de los pasillos del edificio y chocaron. Ella fue la primera en mirarle, él la miró después, ni siquiera se molestaron en fingir una sonrisa.

-Me han dicho que te vas-le dijo ella como si no la importase, como si de dos desconocidos se tratase.

-Si, es lo mejor.

-¿Te vas por que es lo mejor o te vas por que quieres?

-No sabes que ganas tengo de irme-nada más pronunciar esas palabras él ya se arrepentía.

Ella cogió aire, y como si fuese a hecharse a llorar dijo:

-Lárgarte, vete muy lejos, donde nadie pueda encontrarte. Coge el vuelo más temprano y vete, vete, porque eso es lo que quieres, que nadie sepa de ti, así que hazlo, no hay nada que te lo impida, vete, vete, vete...pero, -comenzó a tartamudear- pero, llévame contigo, porque puedes irte al lugar más escondido, al más remoto, al más alejado, pero te encontraré, te encontraré y te diré que te quiero, puedes irte, es más, hazlo, pero yo, yo iré contigo, porque no puedo...

Ella agachó la mirada y balbuceó unas pocas palabras.

-No puedo estar sin ti, nunca podría estarlo- le miró- pero eres demasiado egolatra para darte cuenta de ello.

Y se dio la vuelta, caminó, se fue. Él se quedo parado en medio del largo pasillo, ya si que no sabia como reaccionar. "Entonces vente conmigo" gritó, pero ya era demasiado tarde para que ella pudiese oírle, tuvo su oportunidad y la perdió, es más, tuvo todas las que quiso, y todas las dejo pasar.

viernes, 23 de marzo de 2012

"A lo bestia"

-¿Cómo fue?

-¿El qué?

-¿Cómo la conociste? ¿Cómo os enamorasteis? No lo entiendo.

-Como la conocí es obvio, como nos enamoramos es raro, yo sé como yo me enamoré de ella, pero no sé como ella se enamoró de mi, ¿el qué no entiendes?

-¿Por qué seguisteis y seguís adelante si sabéis que es imposible?

-Amigo mío, te lo explicaré todo. No fue un amor a primera vista, porque ya nos conocíamos, tampoco fue poco a poco, no, fue a lo bestia, un día la odio, un día la quiero, un día cuanto más lejos mejor y otro día no puedo vivir sin ella, la detestaba, pero detestaba más quererla, ahora me odio por ello, porque se que nos vamos a hacer daño, que esto no va ningún sitio, pero los dos somos conscientes y ninguno queremos zanjarlo, cuando llegue el día, llegará, y sufriremos, sí, pero te digo una cosa, no tienes ni idea de cuanto la he llegado a amar, el estar con ella ha sido como un caramelo, sí, un caramelo de tu sabor favorito, sabes que se va acabar, pero en este caso te lo quitan de la boca, puede que te fastidie, pero prefieres haberle tenido en la boca, que no haberle tenido nunca, el sabor no se va a volver a repetir, no deseas a otro caramelo igual que a ese, eso es, ella es el caramelo de mi vida.

Nuestro capitán Smith

El capitán Smith era casi perfecto y su defecto era ese mismo, porque el casi le había hecho perder a las mujeres que más quería. La primera, su mujer, a la que supo recuperar y casarse con ella. La segunda, la tercera y la cuarta son sus hijas, viviendo con su madre, tras el divorcio de ambos. La quinta, su propia madre, prefería a las nietas. Esas eran las importantes, porque si contamos las ex-novias consigue doble titulación, y es que no era un experto con las mujeres, pero tampoco hace falta serlo, ellas esperaron, él dejó el tiempo pasar, ellas se fueron y él las dejó marchar, es más, ni siquiera las pidió que volviesen. Puede que sea capitán y que este tratando de demostrar dureza, pero si entregara a su mujer los cientos de cartas que escribió desde que se divoció ella hasta ahora, cada día; si entregara a sus hijas las cajas, con sus fotos, sus dibujos y el peluche de cuando eran pequeñas; si mostrase a su madre la medalla que esta le regaló su primer día en el ejército, esa que lleva colgada al cuello y que jamás se ha quitado; si las enseñara la foto que lleva en el bolsillo del pecho en la batalla; si se lo enseñara, no es un quizás, es un estarían a su lado, porque sí, no es un experto en mujeres, pero antes que capitán es padre, hijo y por supuesto marido, lo único que hizo fue llevarse el trabajo a casa.

martes, 20 de marzo de 2012

Soldado

El capitán Smith mandó llamar al joven Roger Williams, un muchacho muy guapo, rubio, pero de ojos del color de la miel, lo que hacía su mirada más impactante. Su fortaleza física había aumentado desde que entró en el ejército, aunque también había ganado peso, pero todo era musculatura. A pesar de ello, no era un chico ligón, ni presumido, ni siquiera un fanfarrón, al contrario, le costaba mucho, pero no demasiado, acercarse a las chicas, pero sabía perfectamente mantener una conversación con cualquiera de ellas. Era un chico culto, había estudiado en Yale, recibiendo desde pequeño la mejor formación para encargarse de la empresa familiar, pero, en el último momento, decidió que ese juego al que jugaba cuando era pequeño, ese juego de hacerse pasar por militares con cascos y con pistolas de agua escondiéndose tras los arbustos, en el último momento, Roger Williams había decidido que ese juego fuese real, en el último momento, había cambiado su vida. La diferencia es que ahora las armas no eran de agua, ahora el sudor era el mismo, las manchas de barro permanecían y se añadían algunas de sangre, suyas propias y de la de compañeros.
Cuando Roger entró por la puerta supuso que el capitán quería felicitarle por su gran entrenamiento, había superado todas las pruebas de nuevo, pero esta vez había mejorado los tiempos. El capitán estaba sentado, tocando y jugueteando con una pequeña caja de puros, se incorporó, le sonrío al entrar y luego dijo en tono serio:
-Soldado.
-Sí, capitán.
-¿Es qué estas esperando a que sea ella quien te bese?
Roger, sorprendido, esperando su felicitación, dudó cuál era la razón por la que se encontraba en ese despacho.
-No, capitán.
-¿Entonces?
-No lo sé, capitán.
-Responda a mi pregunta.
-No sé que debo hacer señor, lo único que creo es que los soldados no debemos enamorarnos.
-Dime por qué, chico.
No era la primera vez que el capitán le llamaba chico, pero si hizo que Roger se sintiese más seguro y la distancias capitán-soldado se acortaron.
-Porque morimos en la batalla.
-Te diré, soldado, que es lo único que yo creo, creo que todos morimos, la diferencia no es donde lo hacemos, la diferencia es como lo hacemos, al fin y al cabo, la batalla más grande y más bonita es la vida, todos somos soldados.
-Menos usted capitán.
-¿Por qué dices eso?
-Porque usted conoce la batalla.
-Nadie, chico, nadie puede conocerla.
-Conoce el campo, el terreno.
-Lo único que conozco es mi nombre y que estoy aquí porque quiero estar aquí y, eso es suficiente para empezar la batalla. Así que soldado, enamorese en la batalla, ría en la batalla, porque en la batalla no se pierde nada, se gana mucho, se aprende mucho y nunca sabes cuando va a terminar.
-¿Es una orden?
-Es una orden.
-Sí-se encogió de hombros-capitán.
-¿Qué hace aún parado?¿Es qué no me ha oído? ¡Corra tras la chica!Esa chica es el porqué de su batalla, soldado, corra antes de que sea otro quien la bese, porque puede que ahora eso le de igual, pero cuando lo vea, cuando haya ocurrido, en ese momento te darás cuenta chico, de que la quieres, te faltará el aliento y sólo te parecerá escuchar tus latidos. Corre antes de perderla soldado.

Ambos sabían que esa chica era especial, pero sólo el capitán sabía que Roger también era especial. Más que el capitán, hablaba la experiencia, porque él tenía un máster por haber dejado que todas las mujeres importantes en su vida se escapasen.
Apenas había pronunciado el capitán Smith las últimas palabras y Roger salió corriendo. Él siempre había pensado que si era soldado debía rechazar el amor para no hacer sufrir a quienes ama, porque podría sentir dolor, podrían dispararle diez balas en el pecho, podrían torturarle hasta su última calada de aire, pero la única manera de hacerle daño era con el sufrimiento de aquellos a los que amaba, al fin y al cabo era una forma de defenderse a si mismo. Ahora ella era su dolor, sus cicatrices, ahora ella era la persona a la que amaba, a la que entregaría esa última calada de aire. Todo esto era lo que él pensaba mientras corría, cuando la vio, dejo de pensar, dejo de correr, paró, para después caminar lentamente hacia ella y como siempre era ella la que daba el primer paso.

-Quiero una respuesta soldado, y la quiero ya.
-Siempre tomando la iniciativa.
-Me gusta más ser la primera en atacar.
-Para pillarles por sorpresa.
-Para pillarte por sorpresa.
-Esta vez tengo la sensación de que vas a ser tú la que te vas a sorprender.
-¿Por qué tengo la sensación de que te equivocas?
-Porque te quiero.
-Tienes razón, eso no me lo esperaba soldado.
Ese fue justo el momento en el que la besó.
-Me encanta cuando me llamas soldado.
-Y a mi me encanta cuando eres tú quien me sorprende.

jueves, 15 de marzo de 2012

Michael Kells

Nací el 24 de agosto de 1954 en Eastbourne, a 85 minutos de Londres, Inglaterra. Hoy hace 17 años que estoy en la carcel, en la misma celda donde cada día me despierto. Me gustaría abrir los ojos y amanecer junto a mi mujer, darla un beso y preparar el desayuno a Hanna y a George, mis hijos, pero no es así, y ya no puede volver a ser así.
El 10 de enero de 1971 una banda armada entró en mi casa mientras yo trabajaba y les secuestró, al día siguiente, cuando me di cuenta de que no estaban en casa y tras recibir el mensaje de la policía decidí buscarles. Tardé semanas en descubrir que la banda armada que entró en mi casa pertenecía a una pequeña mafía, y meses en encontrar a mi hijo menor, George. A partir de ese momento fue más fácil dar con mi mujer y con mi hija, que llevaban desde el día del secuestro viviendo en oscuridad, con la diferencia de que mi mujer no volvería a ver la luz.
Hoy esos 17 años de espera han terminado, me enfrento a pena de muerte por matar a siete miembros de la mafia que mató a mi mujer y secuestró a mis hijos. A las 00:00 de el día de hoy, me inyectarán tiopental sódico, bromuro de pancuronio y cloruro de potasio, lo que me provocará un paro cardiaco y mi corazón nunca más volverá a latir.
Mis hijos viven con mi hermano y su mujer, y el resto de la mafia, bueno, digamos que el resto de la mafia entró en la misma cárcel que yo, el patio y los pasillos pueden ser muy peligrosos.
De lo único que me arrepiento es de no haberme cogido el 10 de enero de 1971 como día libre, y por el resto, por ese maldito resro voy a pagar dentro de cuatro horas, treinta y dos minutos y cuarenta y seis segundos. Mi nombre es Michael Kells y no pienso morir esta noche.

viernes, 9 de marzo de 2012

Noches de hotel

Jorge despertó en la habitación 132 del hotel, despertó en esa habitación donde había ocurrido todo, acariciando lentamente las sábanas recordó cada minuto con esa chica, ni siquiera sabía su nombre, pero en ese momento sólo quería encontrarla. Nunca había tenido esa sensación de echar de menos a alguien, de querer estar a su lado sin pensar en nada más, ese agobio por no saber nada de ella, por querer abrazarla no sólo una noche, sino cada noche.Se levantó, se vistió y salió de esa habitación esperanzado, deseaba que ella todavía estuviese desayunando en el comedor, claro que prefería haber desayunado miradas con ella en la cama. El ascensor le parecía más lento que nunca y decidió bajar por las escaleras. Cada vez que dejaba un escalón atrás más ganas tenía de volver a verla, no quería olvidar nunca el color de sus ojos, y los suyos recorrieron cada una de las mesas buscando su sonrisa. Ella estaba de espaldas, pero el recordaba perfectamente su pelo y su preciosa espalda. Se sentó el la mesa con ella.

-Tenemos que hablar- dijo Jorge en un tono suave, casi tanto como un susurro.

-Esa frase nunca ha sido una de mis favoritas-respondió ella tratando de simular que él no le importaba.

-Entonces-hizo una pausa-necesito comentarte una cosa.

-Vamos de mal en peor.

-Espero impaciente el momento de hablar contigo.

-¿Tanta prisa tienes por olvidarme?

-Cuento los segundos que quedan para estar junto a ti y decirte que te quiero, que jamás te olvidaría.

-Demasiado cursi-la voz la temblaba, no esperaba esa respuesta, esperaba un "lo que paso anoche queda olvidado" y simplemente trato de responder lo más rápido posible.

-Pues tengo que hablarte de un problema.

-¿Ahora te contradices?

Ella seguía con su tono de voz irónico y mirada al frente, él, paciente, trataba de no parecer demasiado sensible pero quería soltar de golpe todo lo que sentía.

-¿Contradecirme?

-¿Cúal es el problema?

-El problema es que te quiero.

-¿Y ese es un problema?

-¡Claro que lo es!-Jorge miró al techo.

-Eso no es un problema,

-Te dije que no quería enamorarme.

-Y yo te dije que no lo hicieras.

-¿Por qué?

-Porque duele.

-¿Es que tú quieres a otro?

-Desde que abandoné tu cama te quiero a ti.

-No tenías por qué haberlo hecho.

-Sólo ha sido una noche.

-Las mejores horas de mi vida.

-¿Qué tiene de diferente esa noche al resto?-por una vez parecía que de verdad eso le importaba.

-No lo sé, eras un chica como cualquier otra, pero cuando acariciaste mi piel te convertiste en la única chica que deseaba que me abrazase, que me besase. Has sido la única chica que he deseado que este a mi lado al despertar.

-Y lo haré todos los días que tú quieras.

-Demasiado cursi.

-Demasiado rencoroso.

-Hazlo siempre, cada mañana.

Por primera vez en la vida de ambos el silencio no era incómodo.

-No estoy acostumbrado a relaciones.

-Sólo tienes que acostumbrarte a mi.

-Tú no eres una costumbre, eres la razón.

-¿Razón de que?

-La razón por la que acostumbrarme a una relación.

-Entonces supongo que ya no soy tú amor de una noche.

-No, tú eres el amor de una vida, de mi vida. Noches hay muchas, vida, sólo una, y si tú te quedas cada una de esas noches que componen mi vida durmiendo junto a mi no necesito nada más.

-¿Y la comida?

-Tus labios.

-Pero tendrás sed.

-Tengo tu saliva.

-Sólo eso.

-Ya te lo he dicho, no necesito nada más.

-¿Nada más?

-No, nada más.

sábado, 3 de marzo de 2012

Personas

Si hay dos cosas que tengo claras es que ni el tiempo es capaz de hacerte olvidar, ni las palabras son capaces se sustituir los sentimientos. Jamás podremos llegar a expresar todo lo que sentimos y jamás podremos volver a sentir lo mismo, de la misma manera, dos veces.
Cada persona corresponde a un sentimiento, cada sentimiento es diferente y cada vida es única, y de estas, sólo hay una.
Dicen que todo es más bello porque hay un final, yo creo que todo es más bello porque somos capaces de sentir, todo es más bello porque lo hacemos en compañia, porque a lo largo de nuestra vida conoceremos a personas a las que podremos abrazar, personas en cuyo hombro podremos apoyarnos para llorar, personas que no dudarán en darnoslo todo y, personas que haran lo imposible por quitarnoslo. Porque hay personas que van a estar a nuestro lado, personas que se separaran de nosotros, que se irán y sobre todo personas por las que seríamos capaces de dar lo más preciado que tenemos, nuestra vida, personas que sin saber por qué, pasan a ser lo más importante para nosotros y, aunque nunca encontremos la explicación a esos sentimientos, no nos importará, porque sabemos, que la vida no sería lo que es sin ellos y mucho menos tendría el mismo valor.
Foto: Jorge Jere