Creo que nos han dado un capricho, el capricho de vivir, de saborear nuestra vida, nuestra historia, emociones, días, horas, minutos e incluso segundos, de ser libres, de vivir sin ataduras, de dejar que la brisa endulce nuestra alma.
La vida es tan bella como un eterno atardecer.

jueves, 23 de febrero de 2012

PROBLEMAS II


Los problemas son como una especie de nudos en la cuerda de nuestra vida, podemos pasar el nudo y continuar, pero si volvemos a pasar por ese mismo camino, tropezaremos con el nudo y crearemos uno más grade. Por eso es importante deshacer el nudo y no conformarse con haberle pasado.
No basta con librarse del problema o esquivarle, has de tratar solucionarles.

PROBLEMAS I


Había sido una larga noche, la música seguía sonando en los pubs y discotecas, y las luces de colores  no dejaban de parpadear. Elisa salió de uno de los locales para fumar un cigarrillo, justo cuando cerró la puerta recordó haberse dejado el bolso en el guardarropa, “mierda” dijo mientras se daba la vuelta para volver a entrar, fue entonces cuando vio a Lucía, al pie de las escaleras de un portal.
Hacía frío y Elisa no tenía chaqueta, pero frotándose los brazos caminó hacia Lucía.

-¿Tienes un cigarrillo?

Apenas pudo pronunciar un sí, entonces Lucía secándose las lágrimas rápidamente con las mangas de su camisa asintió y comenzó a rebuscar la cajetilla en su bolso, sacó un cigarrillo con sus manos temblorosas y tras dársele a Elisa volvió a rebuscar en su bolso, esta vez un mechero pero antes de que pudiese encontrarle Elisa dijo:

-Hoy llevas una camisa preciosa.

Lucía, sonriendo, la dio el mechero. Elisa prendió el cigarrillo y se sentó a su lado.

-No me apetece hablar, espero que lo entiendas.

-No necesito que me cuentes la razón por la que lloras para darte mi hombro, tampoco te voy a pedir que sonrías en este momento porque sé que es difícil, y mucho menos te voy a decir que problemas tenemos todos, porque cada problema es diferente, y cada persona lo afronta a su manera. Pero si te voy a pedir que vayas a casa, yo te acompaño, si quieres me quedo a dormir, pero aquí vas a cogerte un buen catarro, necesitas llorar hasta no poder derramar ni una sola lágrima más, soltarlo todo, y que mejor sitio que una cama. Mañana despertarás y puede que el problema no se haya ido, pero te sentirás mejor y podrás tratar de solucionar lo que sea que pase. Y también te voy a pedir que si no has dejado durante toda tu vida que los problemas te hundan o te hagan infeliz, que te quiten tu sonrisa, no lo hagas ahora, porque los problemas no son nada comparado con lo que eres tú, eres más fuerte que ellos, y nada te va a arrebatar tu felicidad, porque nada puede hacerlo.

Ambas permanecieron en un largo silencio hasta que Lucía abrazó fuertemente a Elisa.

-Sí, por favor, acompáñame a casa. Creo que eres la única que lo comprendería todo, te necesito a mi lado.

Elisa tiró el cigarrillo al suelo y le apagó con la planta de su zapato, luego, cogiendo a su amiga de la mano la acompañó hasta su casa, olvidando intencionadamente recoger sus cosas del guardarropa del pub y se quedó al lado de Lucía todo lo que quedaba de noche.

Puede que Elisa no supiese lo que la ocurría a Lucía, pero la daba igual, no necesitaba una escusa para apoyar a su amiga, la daba igual lo que ocurriese, ella iba a estar a su lado, porque hay veces en las que sobran las palabras y una simple mirada es capaz de decírnoslo todo.

domingo, 19 de febrero de 2012

Carnaval de Venecia


Acababa de empezar el baile de máscaras, cada pareja entraba por la colosal puerta de aquel apoteósico salón de Venecia. El decorado y los formidables disfraces de los invitados te sumergían completamente en el siglo XVII, las luces y la música convertían al lugar más hermoso de lo que de por sí ya era. Los camareros, cuidadosamente trajeados, se encargaban de cada uno de los detalles de aquella noche, que debía de ser perfecta para todos los invitados.
Leonardo se encontraba en la puerta con sus padres, desde pequeño, por la riqueza de ellos, siempre se había movido en ambientes lujosos. A pesar de que a él nunca le habían gustado las fiestas, siempre acudía al baile de máscaras cada carnaval, ya que era el único día, que al tener cubierta su tez, podrían tratarle por su forma de ser, no por su apellido.
Leonardo, tras girarse y mirar de forma irónica al portero, entro en el salón y ni siquiera se percató de la belleza del inmenso lugar, ni de las piezas que la famosa orquesta tocaba para ellos, permaneció en silencio.

 -Estúpidas fiestas- susurró.

-¿Has dicho algo Leonardo?

-No mamá, sólo…observaba el lugar.

-Maravilloso, ¿verdad?-dijo una joven situada a la derecha de su madre, totalmente rígida, con aires de grandeza.

-Sí, inolvidable-respondió Leonardo en un tono sarcástico, lo suficientemente marcado para que su madre carraspeara.

Dando un último vistazo a la chica pensó para sí mismo: guantes de seda, gargantilla brillante pero de poco valor, ¡sí! Quiere tratar de aparentar riqueza, sigamos, sonrisa demasiado prieta, muy forzada, vestido amarillo con detalles dorados, ¡es horrendo! Me da igual el nombre que aparezca en la etiqueta, jamás dejaría a una mujer ponérselo. La nariz es típica de la familia Delfino, pero es una familia con demasiado buen gusto para llevar puesto ese disfraz, a juzgar por el color de los ojos y la barbilla puede que sea hija de la familia de banqueros que no tardará en caer en quiebra, creo que eran los Maquiel.

-Querido, es la hija de Salvatore Maquiel , Gina Maquiel.

-Un acierto de uno-dijo Leonardo.

-¿Has dicho algo cariño?-dijo su madre entre dientes.

-Claro, que va a ser una noche prometedora.

-Más te vale, pídela bailar y modera tu lenguaje-volvió a decir su madre entre dientes, está vez en un tono más bajo.

Leonardo dejaba llevar sus pies al son de la música, observado por su madre de reojo él se dedicaba a adivinar quién se escondía tras las máscaras, mientras asentía sonriente a lo que fuese que Gina Maquiel le estaba contando mientras bailaban. Su sonrisa cambió cuando vio a una joven, con un vestido blanco y plateado, ceñido de cintura, y a partir de ella se dejaba caer elegantemente sobre el cancán creando una forma y un volumen perfectos con unos detalles asombrosos. La chica levantaba con delicadeza su vestido y antes de salir del salón miró hacia atrás pudiendo ver Leonardo su delicado rostro cubierto parcialmente por una deslumbrante máscara blanca, y su pelo tapado por un voluminoso sombrero adornado por brillantes y plumas. Leonardo no pudo evitar seguir el recorrido de la joven, sería capaz de adivinar la identidad de todos de los invitados menos la de aquella chica.
 
-¿Cambio de pareja?- le propuso Leonardo a Gina con la intención de ir detrás de la chica.

-De acuerdo, de todas formas necesitaba un descanso ya sabes cómo son estos vestidos tan caros y estos…

Antes de que Gina hubiese terminado de hablar Leonardo intentó abandonar el salón.

-¿Dónde se supone que vas?

-¡Madre!-dijo sorprendido- quería tomar un poco el aire, este disfraz tiene demasiadas piezas.

-Si es así te acompaño, estoy de acuerdo contigo en cuanto al disfraz.

-Oh, no se preocupe.

-Insisto-recalcó su madre.

-Soy yo el que insisto, no quisiera que se perdiese ni un solo minuto de esta formidable fiesta por mi culpa- hizo una pausa mirando con detenimiento a su alrededor, buscando una escusa más firme- Mire madre, el señor Gervasoni, ¡Gervasoni, amigo! ¡Venga, venga!

-Leonardo, ya estoy aquí, deja de desvelar mi identidad a todos muchacho.

-Dos de dos-contentó Leonardo sonriente- mejor les dejo solos, estoy seguro de que tiene muchas cosas de las que hablar, ¿verdad madre?

-Si querido.

Una vez en la puerta Leonardo sonrió a su madre.

-Un gran muchacho, muy atento-dijo el señor Gervasoni.

-Sí, demasiado atento, diría yo.

Leonardo, ya en el exterior del salón, respiró profundamente y observó cómo se mecían lentamente las góndolas a la par que el mar, la ciudad estaba preciosa. Vio a la joven quieta, ante el mar y se acercó a ella, en ese momento la joven se estaba quitando el sombrero y su cabello cayó sobre sus hombros, después arrojó el sombrero al mar.

-Debe de ser muy caro.

-Fiestas para ricos-dijo la chica agachando la cabeza.

-¿Cuál es tu nombre?-añadió Leonardo mientras pensaba para sí mismo “Isabella”.

-Alessandra.

-Vaya, dos de tres.

-¿A qué te refieres?-preguntó mirándole.

-Nada-la dijo mientras la retiraba la máscara- Eres muy bella.

-¿Acostumbras a quitar máscaras a todos?

-Dentro de la sala, conocía la identidad de todos, aunque llevasen máscaras, por cómo iban vestidos, o por los rasgos que podía apreciar, en cambio, tú eras la única a la que no podía identificar, con máscara o sin ella. ¿Y tú?-hizo una pausa-¿Acostumbras a dejarte quitar la máscara por todos?

-Seguramente seas el único de esa fiesta que no me podría identificar con máscara o sin ella, sin embargo también eres el único que se ha dado cuenta de que la he abandonado.

-Bueno, yo y el portero.

Ambos rieron y permanecieron en silencio hasta que él le preguntó por su apellido, a lo que ella respondió:

-Mi padre es el dueño de esto.

-Pietro Moltobello.

Alessandra asintió y Leonardo supo que esa chica era especial, entonces él se quitó su máscara, su sombrero y los tiró al mar. Se subió a una góndola y le tendió la mano, Alessandra la cogió y se subiótambién.

-Yo quiero dejar esto, ser conocido por cómo soy no por quiénes son mis padres. Sé que no vamos a llegar lejos y que al amanecer nos habrán encontrado, pero al menos, me basta con unas pocas horas, a veces sólo quiero perderme y pensé que tú también querrías hacerlo.

-Has acertado.

-Entonces tres de cuatro-dijo comenzando a remar.

-Puede que apenas te conozca, pero ahora quiero perderme a tu lado-y Alessandra besó a Leonardo- Pensé que te gustaría.

- Ahora yo creo que me conoces más que nadie.

-Entonces, ¿uno de uno?

Y ambos, en una góndola, se olvidaron de sus apellidos, de las fiestas, de los disfraces y de que posiblemente ya se hubiesen dado cuenta de que faltaran, se tumbaron a observar juntos el cielo estrellado que cubría Venecia, esperando que no les encontrasen nunca.



viernes, 17 de febrero de 2012

Coger aire y seguir.

No había dejado de correr, pero su respiración cada vez iba más y más rápido. Sus zancadas cada vez eran más pequeñas, y allí en medio de los grandes focos que iluminaban la pista sólo se oían las pisadas del chico al correr, sólo estaban su entrenador y él.

-Lo siento, no puedo hacerlo, todos tenemos límites- y dejó de correr.
-¿Y cómo puedes conocer tu límite si no le has alcanzado?-preguntó el entrenador mirando el reloj.
-Porque no puedo más-flexionó ligeramente sus rodillas y apoyando las manos sobre ellas bajo la cabeza.
-No lo has llegado ha dar todo, no has llegado a tu máximo.
-Pero estoy cansado.
-¿Cansado de qué?
-¿Es que no ves cómo estoy?¿No ves que ya me es imposible seguir?-añadió incorporándose.
-¿Y por qué sigues aquí?
-Entrenador, porque tú eres quien decide cuando puedo irme. Eres tú quien marca mis metas.
-No, te equivocas, los límites les pones tú, las metas no son límites, las metas se alcanzan, los límites no. Porque tú eres quién decide hasta donde quieres llegar, tú eres quien decide cuando dar el spring final, tú eres quien controla tu respiración, tu ritmo. Vamos chico, sigue corriendo, porque yo no conozco tus máximos pero si tus metas y sé, que todavía no me has demostrado todo lo que vales, ni le has dado a la carrera todo lo que puedes darla.
-¿Tú crees que puedo hacerlo?
-Yo creo que eres capaz de todo. Es tan fácil como coger aire y seguir.

El chico, apoyando esta vez las manos sobre su cintura, miró al cielo, la luz del foco no le dejaba ver muy bien,pero aún así pudo distinguir las estrellas, tomó aliento y siguió corriendo. Un pequeño descanso no le vino mal, pero no se paró, no abandonó, porque sólo él podía decidir cuando hacerlo, sólo él era quien ponía sus límites y derribaba sus barreras.

-Coger aire y seguir-susurró echando a correr.

martes, 14 de febrero de 2012

SAINT VALENTINE´S DAY

Marcos tenía treinta años, no era un chico muy alto, era moreno, de mirada intensa, dejó la psicología para estudiar derecho, había estado con pocas chicas a lo largo de su vida, pero se conocía muy bien lo que era el amor de una noche. Paula tenía veintisiete años, un historial de muchas relaciones pero no la iban los chicos de una noche. Su pelo era rizado, pelirrojo, sus ojos marrones y las pecas de su rostro la hacían aún más dulce de lo que era. 
Se conocieron en la facultad de derecho pero hacía sólo un año que habían empezado a salir y ese día hacía un mes que ella le pidió un tiempo para pensar. Paula iba de camino a casa cuando vio a Marcos en su portal. Las miradas chocaron, ella estaba nerviosa, se dispuso a abrir la puerta cuando él al fin habló, dijo un hola seco y luego sonrió para añadir:
-Comienza a hacer mucho frió por las noches
-Si, el tiempo esta cambiando.
-Todo esta cambiando.
-¿Que quieres decir?
-Que necesito tu calor.
-Sabes que eso ya es imposible- Paula giró la llave, abrió la puerta del portal y con la mirada le invitó a pasar.
-Lo único que sé es lo que realmente importa -dijo Marcos.
Ambos permanecieron en silencio en el ascensor hasta que llegaron a su planta.
-¿Y qué es lo que realmente importa? -preguntó Paula.
-¿Me quieres?
-¿Y eso es lo que te importa o lo que te interesa?-dijo alejándose de él hacia la puerta de su piso.
Marcos la agarró del brazo, tomó aliento y la dijo:
-Antes pensaba que no me importaba, que no me iba a afectar que tú me quisieses o no, que podría quererte yo y ya está. Pero no es así, es cosa de dos, lo más esencial para mí ahora es eso que llaman amor, lo que pasa es que yo no entiendo de otro amor que no sea tu nombre. Que no puedo avanzar, no puedo dar un paso sin pensar en ti -la soltó del brazo lentamente- que no puedo evitar dejar de mirarte, desear que estés cerca, morirme por acariciarte y besar tu mejilla, tocar tu boca con mis dedos, que esto parece más un amor de adolescentes que lo que realmente somos.
-Tu nunca te preocupaste por nada.
-Lo sé Paula.
-¿No lo entiendes verdad?
-¿El qué?
-Que soy yo la que te quiero.
-¿Y por qué quieres que esto acabe?
-Porque cuanto menos tiempo este queriendo a una persona que piensa que esto es un juego mejor, antes podré olvidarte, antes podré volver a rehacer todo esto.
-Si rehaces algo, que sea lo nuestro. Para mí ya no es un juego.
Marcos la cogió de la mano y la susurró al oído:
-Confía en mi.
-Sabes que aún podría hacerlo a ciegas -dijo Paula abriendo la puerta, una lágrima resbaló por su mejilla cuando entró y vio sobre la mesa perfectamente colocados los platos con el menú que pidieron en la cena en la que todo empezó.
-Sabes que no soy muy romántico...por eso no he puesto velas, me parecía que estaba demasiado visto en las películas.
-No hace falta que digas nada.
-¡Se me olvidaba! La botella de vino es por cortesía de César, la verdad es que no te imaginas el año de su cosecha.
Marcos la quito la chaqueta y la colgó.
-¿Te apetece cenar conmigo como la primera vez? -la dijo echando la silla hacia atrás para que ella se sentase.
-Como la primera vez -susurró Paula sentándose.
 ¡Feliz día de San Valentín!

domingo, 12 de febrero de 2012

SO GOODBYE, PLEASE DON´T CRY

Dicen que se ha apagado la voz de Whitney, una voz poderosa, luminosa, fresca y pura, una de las mejores voces del mundo. 
Todo lo que nos queda de ella es todo lo que nos ha dado, nos regaló su voz y su gran personalidad, era realmente una mujer increíble.

Ha sido una gran perdida, sólo recordarla causa emoción y es que ella, era grande, demasiado grande.
Puede que no fuese perfecta, pero era mágica, todo lo que ha conseguido no se lo quita nadie y ha luchado mucho a lo largo de toda su vida. Debemos recordarla como la bella mujer, con una sonrisa radiante y una voz de oro que nos conquistó en el guardaespaldas. Hoy no harán más que sonar su nombre y sus canciones, que ya se han convertido en un tesoro.
La vamos ha echar mucho de menos, mucho, porque jamás un disco podrá sustituir a su cantante, y mucho menos a Whitney, sobran las palabras. Gracias por habernos dado tanto, gracias por tu música, gracias por tus letras, que ahora forman parte de nuestra vida diaria, gracias por ser como has sido.
Gracias Whitney Houston, gracias.

sábado, 11 de febrero de 2012

Buenos días

-¡Buenos días!
+¿Qué haces aquí?
-Sé que..
+No deberías estar aquí.
-Ya, pero es que no puedo vivir sin mi vida, así que he venido a que me la devuelvas.
+Yo no te he quitado nada.
-Tú me lo has quitado todo, tú eres la razón por la que me levantaba por las mañanas, por la que respiraba, por la que mi corazón latía, me arrebataste la vida desde que te llevaste mi corazón y ahora me parece que nada tiene sentido. Me niego a hacer algo hasta que no me devuelvas lo que es mio.
+...
-Ahora es un buen momento para que digas algo.
+No puedo devolvertelo.
-Entonces me niego a hacer algo si no es a tu lado.
+Es que no quiero que hagas nada si no es a mi lado.
-¿Entonces?
+Es que no quiero perder tu amor.
-¿Cómo vas a perder algo que posees?¿algo que tiene tu nombre?
+¿Me quieres?
-Te amo.
+Entonces con el buenos días te hubiese bastado.

Bienvenidos a bordo

-Señores pasajeros, les comunicamos que el vuelo 532 está a punto de salir- comenzó a repetir la azafata en diferentes idiomas.

Fran estaba al lado de Julio, su fiel chofer, al pie de una de las filas de sillas del inmenso aeropuerto.
Ambos observaban como Claudia cruzaba la puerta de embarque, en ese momento, caminaron hacia el otro lado del aeropuerto y a través de las extensas paredes de cristal blindado vieron como Claudia, tras lanzar una última mirada a Fran, subió las escaleras hacia el avión.

-Es de locos enamorarse de alguien que ya no va a estar- dijo Julio tirando ligeramente de las mangas de su camisa para que sobresaliesen de la chaqueta e hizo girar uno de sus gemelos dorados.

Fran, posó su mano sobre el cristal, se dio la vuelta y caminó hacia la salida. Julio continuaba girando el gemelo cuando Fran volvió a girarse mientras caminaba, extendió los brazos en señal de reproche a Julio y le dijo:

-Ya se que no debo de ser como este edificio, que depende de si los pasajeros vienen, de si los pasajeros-hizo una pausa- de si los pasajeros se van, si no fuese por ellos, por las familias que van de vacaciones, estudiantes que vuelven a casa, gente de negocios como yo, que vamos de un lado a otro por trabajo, el grupo de amigos que se prometió ese viaje o, la pareja de novios que se va de luna de miel, si no fuese por ellos este lugar no funcionaria. Y yo quiero que mi vida siga funcionando, a pesar de que la gente salga y entre en mi vida con más facilidad incluso que la gente que se sube o se baja de un avión. Pero no puedo evitar depender de la gente a la que quiero, porque yo -suspiró- quiero que embarquen en mi vida pero que no desembarquen, que no se vayan. La razón por la que no he salido corriendo detrás de ella, la razón por la que no he impedido que coja ese avión es porque no quiero ser como un aeropuerto- Fran, se ató la americana de su traje, y se colocó cuidadosamente la corbata,mientras Julio le miraba sonriente, pues había visto una cosa de la que Fran no se había dado cuenta, después salió, se metió en el coche y espero a que Julio que iba detrás suyo hiciese lo mismo y arrancase.
Julio miro a Fran que apoyaba la cabeza en su mano mirando apenado el avión que acababa de despegar, entonces, Claudia se montó en el coche.

-¿Qué haces aquí?- dijo el joven sorprendido.

-Quizá, sólo tengas que decirles un "bienvenidos a bordo", y será suficiente para que ellos se queden en tu vida.

Julio arrancó y mientras conducía observaba a la pareja por el espejo retrovisor, recordando el momento justo en el que Fran se dio la vuelta y Claudia bajo corriendo las escaleras que llevaban al avión, al que no había llegado a montar y escuchaba, desde la misma puerta de embarque por la que había pasado hacía apenas unos minutos, todo lo que Fran le dijo a Julio.

-¿Por qué?-añadió Fran durante el trayecto.

-¿A qué te refieres?-contestó Claudia.

-¿Por qué no te subiste al avión?

-Porque Julio me hizo la señal.

-¿Qué señal?

-Giré uno de mis gemelos.

-El izquierdo-añadió Claudia.

-¿Qué significa eso?

-Que ya la echabas de menos-concretó Julio- que la quieres.

martes, 7 de febrero de 2012

Cigarette puffs

Salió a la terraza del bar, abrió una cajetilla de tabaco y mientras sacaba un cigarrillo lanzó una mirada irónica al mundo.
Prendió el cigarrillo, guardó la cajetilla en su bolsillo derecho y dió una calada lentamente.
Me acerqué a ella, cada paso que daba estaba más confundida de lo que verdaderamente ella quería, tenía una fuerte personalidad, siempre se había enfrentado al mundo por las injusticias, poseía una gran paciencia y sí, había callado suficientes bocas, pero para eso había tenido que callar ella muchas veces a lo largo de su vida. Su deslumbrante educación era capaz de dejarte perplejo, jamás la había escuchado levantar la voz y sin embargo, había conseguido más que aquellos que comenzaron la discursión en la barra de aquel bar, la bastó con quedarse en silencio, mirarles mientras terminaba tranquilamente el café, simular una sonrisa y salir fuera.
Lo que si sé es que ella conocía la respuesta a aquello de lo que discutian, lo que no sé es por qué no se la dio.
A pesar de los largos momentos que había pasado con ella, todavía no la conocía y aún la admiraba más después de que, al salir a la terraza, todos se quedaran callados.
Me quedé parada, di un último paso y la pregunté:
-¿Qué es lo que quieres?
Tras una breve pausa, en la que yo dudé que me fuera a dar una respuesta dijo:
-Ser inmortal.
-¿Y ver morir a las personas que quieres?
Volvió a dar una calada, esta vez la última, golpeó suavemente el cigarrillo contemplando como caía sobre el suelo la ceniza y luego posó el cigarrillo en el cenicero, me miró y dijo:
-No me refiero a ese tipo de inmortalidad.

lunes, 6 de febrero de 2012

Escusas

Sólo dijo un "te quiero" y ya no pude reaccionar, detestaba el silencio que había en mi mente en ese momento. Yo era simplemente incapaz de mover cualquiera de mis músculos, cualquiera de mis articulaciones, no podía pronunciar palabra alguna.
-Esperaba un discurso que callar con un beso-dijo él.
-Creía que no necesitabas escusas para besarme.

domingo, 5 de febrero de 2012

Impulsos

Los impulsos son actos reflejos a algo que tu corazón quiere que hagas pero que tu cerebro rechaza hacer por completo. Hasta el momento en el que el cerebro pierde la batalla al corazón, entonces le basta con palpitar y, actúas.