Creo que nos han dado un capricho, el capricho de vivir, de saborear nuestra vida, nuestra historia, emociones, días, horas, minutos e incluso segundos, de ser libres, de vivir sin ataduras, de dejar que la brisa endulce nuestra alma.
La vida es tan bella como un eterno atardecer.

martes, 14 de febrero de 2012

SAINT VALENTINE´S DAY

Marcos tenía treinta años, no era un chico muy alto, era moreno, de mirada intensa, dejó la psicología para estudiar derecho, había estado con pocas chicas a lo largo de su vida, pero se conocía muy bien lo que era el amor de una noche. Paula tenía veintisiete años, un historial de muchas relaciones pero no la iban los chicos de una noche. Su pelo era rizado, pelirrojo, sus ojos marrones y las pecas de su rostro la hacían aún más dulce de lo que era. 
Se conocieron en la facultad de derecho pero hacía sólo un año que habían empezado a salir y ese día hacía un mes que ella le pidió un tiempo para pensar. Paula iba de camino a casa cuando vio a Marcos en su portal. Las miradas chocaron, ella estaba nerviosa, se dispuso a abrir la puerta cuando él al fin habló, dijo un hola seco y luego sonrió para añadir:
-Comienza a hacer mucho frió por las noches
-Si, el tiempo esta cambiando.
-Todo esta cambiando.
-¿Que quieres decir?
-Que necesito tu calor.
-Sabes que eso ya es imposible- Paula giró la llave, abrió la puerta del portal y con la mirada le invitó a pasar.
-Lo único que sé es lo que realmente importa -dijo Marcos.
Ambos permanecieron en silencio en el ascensor hasta que llegaron a su planta.
-¿Y qué es lo que realmente importa? -preguntó Paula.
-¿Me quieres?
-¿Y eso es lo que te importa o lo que te interesa?-dijo alejándose de él hacia la puerta de su piso.
Marcos la agarró del brazo, tomó aliento y la dijo:
-Antes pensaba que no me importaba, que no me iba a afectar que tú me quisieses o no, que podría quererte yo y ya está. Pero no es así, es cosa de dos, lo más esencial para mí ahora es eso que llaman amor, lo que pasa es que yo no entiendo de otro amor que no sea tu nombre. Que no puedo avanzar, no puedo dar un paso sin pensar en ti -la soltó del brazo lentamente- que no puedo evitar dejar de mirarte, desear que estés cerca, morirme por acariciarte y besar tu mejilla, tocar tu boca con mis dedos, que esto parece más un amor de adolescentes que lo que realmente somos.
-Tu nunca te preocupaste por nada.
-Lo sé Paula.
-¿No lo entiendes verdad?
-¿El qué?
-Que soy yo la que te quiero.
-¿Y por qué quieres que esto acabe?
-Porque cuanto menos tiempo este queriendo a una persona que piensa que esto es un juego mejor, antes podré olvidarte, antes podré volver a rehacer todo esto.
-Si rehaces algo, que sea lo nuestro. Para mí ya no es un juego.
Marcos la cogió de la mano y la susurró al oído:
-Confía en mi.
-Sabes que aún podría hacerlo a ciegas -dijo Paula abriendo la puerta, una lágrima resbaló por su mejilla cuando entró y vio sobre la mesa perfectamente colocados los platos con el menú que pidieron en la cena en la que todo empezó.
-Sabes que no soy muy romántico...por eso no he puesto velas, me parecía que estaba demasiado visto en las películas.
-No hace falta que digas nada.
-¡Se me olvidaba! La botella de vino es por cortesía de César, la verdad es que no te imaginas el año de su cosecha.
Marcos la quito la chaqueta y la colgó.
-¿Te apetece cenar conmigo como la primera vez? -la dijo echando la silla hacia atrás para que ella se sentase.
-Como la primera vez -susurró Paula sentándose.
 ¡Feliz día de San Valentín!

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