Creo que nos han dado un capricho, el capricho de vivir, de saborear nuestra vida, nuestra historia, emociones, días, horas, minutos e incluso segundos, de ser libres, de vivir sin ataduras, de dejar que la brisa endulce nuestra alma.
La vida es tan bella como un eterno atardecer.

martes, 7 de febrero de 2012

Cigarette puffs

Salió a la terraza del bar, abrió una cajetilla de tabaco y mientras sacaba un cigarrillo lanzó una mirada irónica al mundo.
Prendió el cigarrillo, guardó la cajetilla en su bolsillo derecho y dió una calada lentamente.
Me acerqué a ella, cada paso que daba estaba más confundida de lo que verdaderamente ella quería, tenía una fuerte personalidad, siempre se había enfrentado al mundo por las injusticias, poseía una gran paciencia y sí, había callado suficientes bocas, pero para eso había tenido que callar ella muchas veces a lo largo de su vida. Su deslumbrante educación era capaz de dejarte perplejo, jamás la había escuchado levantar la voz y sin embargo, había conseguido más que aquellos que comenzaron la discursión en la barra de aquel bar, la bastó con quedarse en silencio, mirarles mientras terminaba tranquilamente el café, simular una sonrisa y salir fuera.
Lo que si sé es que ella conocía la respuesta a aquello de lo que discutian, lo que no sé es por qué no se la dio.
A pesar de los largos momentos que había pasado con ella, todavía no la conocía y aún la admiraba más después de que, al salir a la terraza, todos se quedaran callados.
Me quedé parada, di un último paso y la pregunté:
-¿Qué es lo que quieres?
Tras una breve pausa, en la que yo dudé que me fuera a dar una respuesta dijo:
-Ser inmortal.
-¿Y ver morir a las personas que quieres?
Volvió a dar una calada, esta vez la última, golpeó suavemente el cigarrillo contemplando como caía sobre el suelo la ceniza y luego posó el cigarrillo en el cenicero, me miró y dijo:
-No me refiero a ese tipo de inmortalidad.

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