Creo que nos han dado un capricho, el capricho de vivir, de saborear nuestra vida, nuestra historia, emociones, días, horas, minutos e incluso segundos, de ser libres, de vivir sin ataduras, de dejar que la brisa endulce nuestra alma.
La vida es tan bella como un eterno atardecer.

domingo, 22 de julio de 2012

EN UN CUENTO SIN FIN

Allí estaba él, pegado al telefonillo esperando a que su chica respondiese. Con sus gafas estilo wayfarer, su pantalón vaquero corto a la altura de la rodilla y su camiseta hard-rock de aquella vez que visitó Roma. Llevaba unas vans mal atadas y su gorra de los New York Yankiees azul, le encantaba ese color.

-¿Si?-contestó ella, parecía impaciente.
-Telefonillo, telefonillo, ¿quién es la chica más guapa del mundo?...Te llamaría princesa pero no soy un principe azul y tampoco he podido traerte la carroza, la están preparando para que este a tu altura, que alcance al menos la mitad de tu belleza...¿Bajas?
-Vale mi Shrek, te llamaría principe si no odiases tanto ese tipo de historias.
-No las odio -sonrió- sólo que no hay ninguna que se compare a la nuestra, esta es mi favorita.
-Me encantas.
-Pues querida cenicienta, te juro que no te he lanzado ningún hechizo -respiró profundo- ya que tampoco soy ningún "hado madrino" , aunque me encantaría concederte todos tus deseos.
-Ahora bajo gentleman.
-Por educación te diría que no tengas prisa Rapuncel, pero es que prefiero que estés cerca, aquí conmigo.

Y ella bajó y le sonrió como si se lo hubiese dicho todo con un simple gesto, como si sólo fuese necesario una sonrisa y nada más.

-Hola príncipe encantador, le informo que a las doce me tiene que dejar en casa.
-Venga ya...-la agarró y la acercó hasta él.
-En punto -dijo a la vez que le acarició ligeramente la nariz.
-Tranquila, que mañana estaré aquí con la escusa del zapatito de cristal.
-Si yo pusiera mi horario contigo pondría la hora de empiece, pero no el final -dijo mientras él abarcaba su cintura con sus brazos.
-Porque lo nuestro no tiene final, ¿ves? no es como esos cuentos, no acaba nunca Blancanieves...nunca.

Y como en todo cuento, llegó el beso...pero no el final.

Cartel de Ignasi Aballí editado para hacer referencia al relato.

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