Allí estaba él, pegado al telefonillo esperando a que su chica respondiese. Con sus gafas estilo wayfarer, su pantalón vaquero corto a la altura de la rodilla y su camiseta hard-rock de aquella vez que visitó Roma. Llevaba unas vans mal atadas y su gorra de los New York Yankiees azul, le encantaba ese color.
-¿Si?-contestó ella, parecía impaciente.
-Telefonillo, telefonillo, ¿quién es la chica más guapa del mundo?...Te llamaría princesa pero no soy un principe azul y tampoco he podido traerte la carroza, la están preparando para que este a tu altura, que alcance al menos la mitad de tu belleza...¿Bajas?
-Vale mi Shrek, te llamaría principe si no odiases tanto ese tipo de historias.
-No las odio -sonrió- sólo que no hay ninguna que se compare a la nuestra, esta es mi favorita.
-Me encantas.
-Pues querida cenicienta, te juro que no te he lanzado ningún hechizo -respiró profundo- ya que tampoco soy ningún "hado madrino" , aunque me encantaría concederte todos tus deseos.
-Ahora bajo gentleman.
-Por educación te diría que no tengas prisa Rapuncel, pero es que prefiero que estés cerca, aquí conmigo.
Y ella bajó y le sonrió como si se lo hubiese dicho todo con un simple gesto, como si sólo fuese necesario una sonrisa y nada más.
-Hola príncipe encantador, le informo que a las doce me tiene que dejar en casa.
-Venga ya...-la agarró y la acercó hasta él.
-En punto -dijo a la vez que le acarició ligeramente la nariz.
-Tranquila, que mañana estaré aquí con la escusa del zapatito de cristal.
-Si yo pusiera mi horario contigo pondría la hora de empiece, pero no el final -dijo mientras él abarcaba su cintura con sus brazos.
-Porque lo nuestro no tiene final, ¿ves? no es como esos cuentos, no acaba nunca Blancanieves...nunca.
Y como en todo cuento, llegó el beso...pero no el final.
-¿Si?-contestó ella, parecía impaciente.
-Telefonillo, telefonillo, ¿quién es la chica más guapa del mundo?...Te llamaría princesa pero no soy un principe azul y tampoco he podido traerte la carroza, la están preparando para que este a tu altura, que alcance al menos la mitad de tu belleza...¿Bajas?
-Vale mi Shrek, te llamaría principe si no odiases tanto ese tipo de historias.
-No las odio -sonrió- sólo que no hay ninguna que se compare a la nuestra, esta es mi favorita.
-Me encantas.
-Pues querida cenicienta, te juro que no te he lanzado ningún hechizo -respiró profundo- ya que tampoco soy ningún "hado madrino" , aunque me encantaría concederte todos tus deseos.
-Ahora bajo gentleman.
-Por educación te diría que no tengas prisa Rapuncel, pero es que prefiero que estés cerca, aquí conmigo.
Y ella bajó y le sonrió como si se lo hubiese dicho todo con un simple gesto, como si sólo fuese necesario una sonrisa y nada más.
-Hola príncipe encantador, le informo que a las doce me tiene que dejar en casa.
-Venga ya...-la agarró y la acercó hasta él.
-En punto -dijo a la vez que le acarició ligeramente la nariz.
-Tranquila, que mañana estaré aquí con la escusa del zapatito de cristal.
-Si yo pusiera mi horario contigo pondría la hora de empiece, pero no el final -dijo mientras él abarcaba su cintura con sus brazos.
-Porque lo nuestro no tiene final, ¿ves? no es como esos cuentos, no acaba nunca Blancanieves...nunca.
Y como en todo cuento, llegó el beso...pero no el final.
Cartel de Ignasi Aballí editado para hacer referencia al relato.
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