Hay veces que te sientes débil, como una gota de rocío que resbala por las hojas de los árboles y cae al suelo, como una hoja de papel viejo, arrugado, como una chispa a punto de apagarse cuando recuerda que antes fue un gran fuego, como un naufrago en mitad del océano o como un reloj cuyo segundero se detiene poco a poco.
Débil como la voz de un niño, como una bombilla que parpadea hasta fundirse, o como una semilla que no florece porque las raíces de un gran árbol se lo impiden. Hay veces que te sientes débil y otras en las que te sientes nada, como el eco en el vacío.
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