Apenas le conocía de vista, jamás habíamos hablado, simplemente jugabamos con las miradas cada tarde.
Simplemente yo me moría cada día por verle, pasaba por esa calle a la misma hora cada día sólo para cruzarme con él.
Pero el día en qué todo comenzó, él se acercó y me dijo:
-¿Me perdonas por robarte un beso?
Yo, sin poder evitar sonreír, trate de contestarle:
-¿Pero de que beso me estas habl...
No hay comentarios:
Publicar un comentario